Las personas que nos sometemos a un trasplante renal debemos tomar de forma crónica una medicación inmunosupresora para tratar de frenar las posibles reacciones inmunológicas contra el injerto. Esto tiene un alto precio para la salud del paciente trasplantado, que además es consciente de ello.

Los inmunosupresores no son inocuos de por sí, y pueden implicar una amplia gama de complicaciones por su toxicidad. A esto, se le añade que la inmunosupresión química a la que se somete a un paciente trasplantado, aumenta el riesgo de padecer infecciones oportunistas que en menor o mayor grado pueden comprometer la salud y la vida, tanto del injerto como del receptor.

Por un lado, las reactivaciones víricas pueden iniciar el rechazo tanto crónico como agudo del injerto, comprometiendo así la vida del injerto y la salud del receptor. Por otro lado, las reactivaciones víricas son muy complejas de tratar en pacientes trasplantados, ya que por un lado se debe de bajar la inmunosupresión para que el sistema inmunológico del propio paciente pueda hacer frente, y por otro, los fármacos antivíricos que en muchas ocasiones pueden ser tóxicos para el paciente y para el injerto, aumentando ambas vías también el riesgo de rechazo, y comprometer la salud y la vida del paciente.

Y, por último, pero no menos importante, aparecen los cánceres secundarios a infecciones víricas activas y/o latentes. En el trasplantado renal, una de las más comunes y conocidas es la Enfermedad Linfoproliferativa, asociada al virus Eptein-Barr. Este virus tiene la capacidad de burlar nuestro sistema inmunológico, vivir en los linfocitos B, provocar una infección, y aprovechar la multiplicación de éstos para multiplicarse.

Las soluciones que se proponen desde la medicina convencional para tratar la Enfermedad Linfoproliferativa, además de ser actuaciones resolutivas, tampoco están exentas de riesgos y efectos secundarios. Este cuadro deja al paciente trasplantado en una situación de desprotección e incertidumbre que en ocasiones cuesta manejar.

Así, que después de años de investigación, encontré una solución preventiva muy efectiva, tanto para mí como para mis compañeros trasplantados renales, que además es inocua, sin apenas efectos secundarios, y bajo riesgo para la salud tanto del injerto como del receptor.

Mediante una simple analítica de sangre podemos evaluar los anticuerpos para el Epstein-Barr Virus, y comprobar como después de un periodo no superior a 3 meses, al repetir la misma analítica, esos anticuerpos se han negativizado. Obviamente podemos utilizar más armas frente a este virus para aprovechar las sinergias, cómo es la Vitamina C o la L-Lisina.

Se ha demostrado que a través del tratamiento con autohemoterapia de ozono, se puede negativizar el Virus Epstein Barr en pacientes con fatiga crónica, disminuyendo a su vez en un 85% el cuadro de fatiga crónica. Esto se debe tanto a los efectos directos como a los indirectos:

  • Efecto antiviral directo, ya que el ozono daña la cápside viral y altera el ciclo reproductivo al interrumpir el contacto del virus a la célula con la peroxidación.
  • Efecto antiviral indirecto, ya que aumenta la producción de interferón y de TNF-alfa, disminuye la inflamación, además de un efecto antioxidante al aumentar la producción de protectores de radicales libres y protectores de la pared celular (glutatión, catalasa, peroxidasa y SOD)

Mi hipótesis de trabajo va más enfocada a prevenir que a tratar. La administración de ozono en pacientes trasplantados renales, podría alargar tanto la vida del injerto como la vida del receptor. El único “pero” es que la ozonoterapia aumenta los niveles de IL-2. Bajo mi punto de vista, puesto en una balanza, el riesgo en muy bajo frente a los beneficios que se pueden obtener, aunque habría que valorar muy bien en qué dosis y durante cuánto tiempo.

Por último, cabe señalar que existe una forma doméstica de administrar ozono que es a través de ampollas bebibles de aceite ozonizado de oliva, mejorando en mucho los inconvenientes y el coste que supone la ozonoterapia vía rectal, o la autohemoterapia mayor.

Referencias:

1- Post-trasplants lymphoproliferative disrders: from epidemiology to pathogenesis-driven treatment. Maria Rafaella et cols. Cancer letters 369 (2015) 37-44

2- Oxygen-ozone therapy in meningioencephalitis and chronic fatigue síndrome. Treatment in the field of competitive sports:case report.Morelli L et Cols. Ozone therapy 4 (1) 2019

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